viernes, 30 de octubre de 2015

El nuevo periodismo de "lo que sea"

Iria Massotti

 Incluso en plena álgebra de la vida moderna podemos afirmar que Tom Wolfe tenía razón: la carrera de periodismo está llena de románticos idealistas que sueñan con vivir en una isla publicando novelas (Wolfe, 1975). Pero ahora sueñan en secreto porque la reflexión da vergüenza. Como si los sueños fueran vergonzosos por salirse de la regla.

 Ya no hay lugar para la experiencia ni la observación, los lugares de trabajo son efímeros, espacios de humo donde los parámetros del tiempo se han transformado: un acontecimiento tarda más en suceder que en ser conocido en el mundo entero. Y es que la regla ahora se rige por el nuevo “no lugar” de Marc Auge, un enloquecido exceso de tiempo, espacio e individuo (Auge, 1992).

 

 Sí, nos sobra tiempo para la experiencia y el espacio geográfico es ya una tontería. Desde Google Maps se descubre cualquier rincón y con Facebook te sociabilizas tanto que revientas de amigos. Ya no necesitamos la experiencia, ni siquiera el trabajo. ¿Para qué? ¿Para cobrar e irte de vacaciones teniendo internet en casa? Pues sí, salir a la calle y gastar dinero aún es necesario, por lo menos para hacer selfies auténticos que demuestren la experiencia presencial y dejar de piedra al millón de amigos con una buena foto en pleno muro.

La información se calienta en microondas. De ahí que cuando uno acaba la carrera empiece a escuchar lo de "escribe lo que sea"


 Y mostrando y demostrando te construyes tu perfil. Sin pensar en relevancias ni armonías de antaño: esas chorradas del deleite humano propias de un fuego a tierra. No, la información se calienta en microondas. De ahí que cuando uno acaba la carrera empiece a escuchar lo de “escribe lo que sea”. Porque lo importante no es tener algo útil que decir sino publicar, rápido y mucho de lo que sea, para pillar el ritmo frenético de la producción cuantitativa. Enchufar la escritura automática y vomitar sensacionalismos ilegibles que generen ruido en las redes.

 Y ahí empiezas a darle vueltas a lo que sea, pero con ese tema no te viene nada, ni encuentras referencias ni fuentes adecuadas. Y entre práctica y práctica, editando y transcribiendo chorradas como autónomo ya, por falta de créditos universitarios pendientes, pero sin ver ni un euro, vuelves al romanticismo idílico de querer publicar en un medio de comunicación masiva. “Que no, que eso es para colegas y familia, y tú eres sólo un licenciado”, te escupe el ego social.

 Así que sigues soñando en silencio con publicar libros cuando seas “alguien”. Y mientras tanto, puedes seguir a los que sí que lo son por Twitter, a ver qué dicen, aunque sean chorradas pero al menos te olvidas de tu vida, que no vale nada, y te centras en la de los otros, que es más importante. A ver si por algún despiste te pones a pensar y la cagas opinando diferente. Y luego, a ver quién encuentra otras prácticas donde poder seguir aprendiendo gratis.


Bibliografía:

Auge, M. (1992). Los “no lugares” espacios del anonimato.
Wolfe, T. (1975). The new journalism. Londres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario