Iria Massotti
La selva del Amazonas ha sido innumerables veces la musa de los intereses políticos y económicos de países, organizaciones y empresas multinacionales que, a través de eufemismos en los medios de comunicación, han logrado generarnos un concepto de la selva amazónica equitativo al Edén, en sus distintas fases del Génesis.
Anciano iagua de las cercanias de Iquitos. Wikipedia |
Según la antropóloga
estadounidense Candace Slater, durante la primera mitad del siglo XX se
utilizaron simultáneamente dos eufemismos en los medios de comunicación masiva.
(Slater, 1998). Por un lado, se hablaba de la selva virgen, evocando así imágenes que
recordaban al Edén, antes de la caída, por desobediencia de Eva al comerse la
manzana del árbol sagrado. Son imágenes que aportan nostalgia por un lugar
impoluto y original, nunca antes visitado. Esta fantasía resultaba ser un imán
para multitudes de turistas estadounidenses que buscaban comulgar con la
naturaleza y conectar con sensaciones de libertad y aislamiento. Y así, el
capitalismo norteamericano fue forjando su gran industria turística.
El otro eufemismo
simultáneo era la jungla, que transportaba
velozmente a aquel mismo Edén, pero después de la caída: todo un mundo de
vegetación salvaje, necesidades, profundo dolor y peligro mortal, por lo que
los distintos medios de comunicación masiva de Brasil empezaron a nombrar a
varias “tribus en peligro”. Dicha jungla permitió que el ejército brasileño
propusiera fijar fronteras de doce millas, dividiendo a pueblos con un límite
artificial, y convirtiendo la reserva natural en un enclave militar.
La opinión pública puede ser dirigida y manipulada muy fácilmente a través de reiterados mensajes comunicativos
A base de reiterar
en las connotaciones salvajes de la selva, atribuyéndoles juicios de
valor específicos, los medios de comunicación consiguieron que desde la opinión
pública, éstas alteraciones se vieran
como medidas de protección hacia los grupos étnicos nativos, al acecho de la
amenazante selva.
No olvidemos que la opinión pública puede ser dirigida y gestionada muy fácilmente a través de reiterados mensajes comunicativos. Esta idea ya fue considerada a principios de siglo de forma indirecta por Huxley, cuando publica su famosa novela de ficción (Aldoux Huxley, 1932), donde consideraba que desde la cuna y durante el estado de sueño es como los niños pueden ser condicionados por medio de un discurso reiterativo y sonoro que les dirá cuál es su rango y su estatuto en la comunidad a la que pertenecen, ya que según el escritor británico, lo adquirido tiene más poder, respecto a nuestras acciones y pensamientos, que lo innato. Y esto, sin duda genera una alerta en las inquietudes de domesticación humana.
No olvidemos que la opinión pública puede ser dirigida y gestionada muy fácilmente a través de reiterados mensajes comunicativos. Esta idea ya fue considerada a principios de siglo de forma indirecta por Huxley, cuando publica su famosa novela de ficción (Aldoux Huxley, 1932), donde consideraba que desde la cuna y durante el estado de sueño es como los niños pueden ser condicionados por medio de un discurso reiterativo y sonoro que les dirá cuál es su rango y su estatuto en la comunidad a la que pertenecen, ya que según el escritor británico, lo adquirido tiene más poder, respecto a nuestras acciones y pensamientos, que lo innato. Y esto, sin duda genera una alerta en las inquietudes de domesticación humana.
"Adán y Eva", pintura al oleo de autor desconocido |
El bosque
lluvioso, por lo tanto, ofrecía la posibilidad de una mayor manipulación de la
naturaleza, además de ofrecer un gran abanico de productos de márquetin tales
como geles, champús y hasta sales marinas del bosque lluvioso brasileño. Los
grandes almacenes del sur de California vendían maracas, pétalos perfumados y
semillas de adorno del mismo bosque lluvioso, y las agencias de turismo
empezaron a inventar aquello de los eco-tours por dicho bosque, algo que
persiste aún a día de hoy. Hasta McDonald’s llegó a repartir folletos con
propaganda de “nuestra política hacia el bosque lluvioso”.
De esta forma, los
consumidores se dejaban y se dejan influir por las construcciones sociales que los medios de comunicación deciden atribuirle a un territorio, y por consiguiente a sus habitantes y a sus condiciones de vida. En este caso a una selva que, ya sea
hermosa, salvaje, idílica o peligrosa, está claro que ha permanecido ahí a lo
largo de los siglos por propia subsistencia y voluntad, una voluntad natural
que resulta autónoma y ajena a toda necesidad de intervención humana. De la
misma forma que los grupos étnicos que habitan en su interior lo hacen de forma
autónoma y voluntaria, y también ajena a toda necesidad de intervención de
otras culturas ajenas a la suya.
Bibliografía:
Aldoux
Huxley. (1932). Un mundo feliz.
Slater, C. (1998, March). La Amazonía como relato edénico. Antropología,
14, 23–43.
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