domingo, 1 de noviembre de 2015

La selva amazónica como musa para fines económicos

Iria Massotti

 La selva del Amazonas ha sido innumerables veces la musa de los intereses políticos y económicos de países, organizaciones y empresas multinacionales que, a través de eufemismos en los medios de comunicación, han logrado generarnos un concepto de la selva amazónica equitativo al Edén, en sus distintas fases del Génesis.

Anciano iagua de las cercanias de Iquitos. Wikipedia
 Siempre ha sido común una cierta tendencia a considerar el Amazonas como una especie de Edén exuberantemente fértil, y ésta idea ha impulsado a la colonización una y otra vez a gran escala, a reiterar en el dominio, con decisiones políticas que han dañado tanto a los grupos étnicos como a la vegetación de toda la zona. Una de las formas más utilizadas por los distintos países han sido las reservas biológicas, dejando automáticamente fuera del alcance de pescadores y agricultores todos los recursos naturales de los que, hasta ese entonces, podían abastecerse.

 

 Según la antropóloga estadounidense Candace Slater, durante la primera mitad del siglo XX se utilizaron simultáneamente dos eufemismos en los medios de comunicación masiva. (Slater, 1998). Por un lado, se hablaba de la selva virgen, evocando así imágenes que recordaban al Edén, antes de la caída, por desobediencia de Eva al comerse la manzana del árbol sagrado. Son imágenes que aportan nostalgia por un lugar impoluto y original, nunca antes visitado. Esta fantasía resultaba ser un imán para multitudes de turistas estadounidenses que buscaban comulgar con la naturaleza y conectar con sensaciones de libertad y aislamiento. Y así, el capitalismo norteamericano fue forjando su gran industria turística.

 El otro eufemismo simultáneo era la jungla, que transportaba velozmente a aquel mismo Edén, pero después de la caída: todo un mundo de vegetación salvaje, necesidades, profundo dolor y peligro mortal, por lo que los distintos medios de comunicación masiva de Brasil empezaron a nombrar a varias “tribus en peligro”. Dicha jungla permitió que el ejército brasileño propusiera fijar fronteras de doce millas, dividiendo a pueblos con un límite artificial, y convirtiendo la reserva natural en un enclave militar.

 La opinión pública puede ser dirigida y manipulada muy fácilmente a través de reiterados mensajes comunicativos


 A base de reiterar en las connotaciones salvajes de la selva, atribuyéndoles juicios de valor específicos, los medios de comunicación consiguieron que desde la opinión pública,  éstas alteraciones se vieran como medidas de protección hacia los grupos étnicos nativos, al acecho de la amenazante selva. 

No olvidemos que la opinión pública puede ser dirigida y gestionada muy fácilmente a través de reiterados mensajes comunicativos. Esta idea ya fue considerada a principios de siglo de forma indirecta por Huxley, cuando publica su famosa novela de ficción (Aldoux Huxley, 1932), donde consideraba que desde la cuna y durante el estado de sueño es como los niños pueden ser condicionados por medio de un discurso reiterativo y sonoro que les dirá cuál es su rango y su estatuto en la comunidad a la que pertenecen, ya que según el escritor británico, lo adquirido tiene más poder, respecto a nuestras acciones y pensamientos, que lo innato. Y esto, sin duda genera una alerta en las inquietudes de domesticación humana.

 
"Adán y Eva", pintura al oleo de autor desconocido
Y de ésta forma, utilizando reiteradamente distintos nombres para la seductora selva, se continuó domesticando tanto a nativos amazónicos como a la opinión pública del resto del continente, hasta día de hoy ya que, según la antropóloga estadounidense, a partir de la década de los ochenta surgió un nuevo eufemismo para esas tierras fértiles: el bosque lluvioso. Esta denominación permitía sin duda que se talara algún que otro árbol sin necesidad de cambiar de nuevo, pues una selva es virgen siempre y cuando el hombre no genere ningún cambio sustancial en ella, y la destrucción de tal salvajismo podría convertir la jungla en algo más domable con el tiempo.

 El bosque lluvioso, por lo tanto, ofrecía la posibilidad de una mayor manipulación de la naturaleza, además de ofrecer un gran abanico de productos de márquetin tales como geles, champús y hasta sales marinas del bosque lluvioso brasileño. Los grandes almacenes del sur de California vendían maracas, pétalos perfumados y semillas de adorno del mismo bosque lluvioso, y las agencias de turismo empezaron a inventar aquello de los eco-tours por dicho bosque, algo que persiste aún a día de hoy. Hasta McDonald’s llegó a repartir folletos con propaganda de “nuestra política hacia el bosque lluvioso”.

 De esta forma, los consumidores se dejaban y se dejan influir por las construcciones sociales que los medios de comunicación deciden atribuirle a un territorio, y por consiguiente a sus habitantes y a sus condiciones de vida. En este caso a una selva que, ya sea hermosa, salvaje, idílica o peligrosa, está claro que ha permanecido ahí a lo largo de los siglos por propia subsistencia y voluntad, una voluntad natural que resulta autónoma y ajena a toda necesidad de intervención humana. De la misma forma que los grupos étnicos que habitan en su interior lo hacen de forma autónoma y voluntaria, y también ajena a toda necesidad de intervención de otras culturas ajenas a la suya.


Bibliografía:

Aldoux Huxley. (1932). Un mundo feliz.
Slater, C. (1998, March). La Amazonía como relato edénico. Antropología, 14, 23–43.

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