Iria Massotti
El
simple planteamiento de que plantas, animales y humanos podamos compartir códigos
morales, podría provocar que cualquier lector occidental, en su sano juicio y
raciocinio, catalogara este artículo de fantasioso. Ya no digamos si en este
mismo párrafo inicial incluyéramos otros conceptos tales como el alma de un
arbusto, la conciencia reflexiva de una serpiente, las emociones de los
espíritus o la transmisión de pensamientos telepáticos, de unos a otros.
Amerindios de la Amazonía brasileña |
Muchos
hemos visto, en campañas ecológicas que circulan en Youtube (TVE,
2014), las imágenes de ríos de polluelos piantes y
amarillos, resbalando por una cinta industrial de distribución, mientras un
humano con guantes blancos y movimientos tan mecánicos como los de la cinta,
examina alguno al azar: le separa las alas, le estira las patas y lo vuelve a
lanzar por uno de los dos conductos de acero, en función del sexo.